Julia llevaba largas horas encerrada, desempolvando viejos álbumes de fotografías familiares, recluida en la biblioteca de la segunda planta del chalet. Buscaba algo en concreto de aquellos recuerdos, inmortalizados en imágenes cautivas dentro de la prisión de los retratos.
La mayoría de los voluminosos tomos de piel usados, guardaban como tesoros en su interior ajadas fotografías, añejas en blanco y negro, en un tiempo oscuro en el cual no existía el color y la luz no era más que un vahído lúgubre de tono desgastado por el deslucido sol, cobrizo y enfermo.
Las personas allí dibujadas, se situaban en un limbo lejano más allá del olvido, pérdidas en las brumas de la ignominia de un ayer vaporoso casi irreal, cuyos rostros y siluetas ataviadas de ropajes extraños, a gusto y moda de otros tiempos pretéritos, se descubrían como auténticos desconocidos para Julia.
Pasaje del capítulo V, La Mensajera de lasÁnimas. M.D.V.
La mayoría de los voluminosos tomos de piel usados, guardaban como tesoros en su interior ajadas fotografías, añejas en blanco y negro, en un tiempo oscuro en el cual no existía el color y la luz no era más que un vahído lúgubre de tono desgastado por el deslucido sol, cobrizo y enfermo.
Las personas allí dibujadas, se situaban en un limbo lejano más allá del olvido, pérdidas en las brumas de la ignominia de un ayer vaporoso casi irreal, cuyos rostros y siluetas ataviadas de ropajes extraños, a gusto y moda de otros tiempos pretéritos, se descubrían como auténticos desconocidos para Julia.
Pasaje del capítulo V, La Mensajera de lasÁnimas. M.D.V.
Comentarios
Publicar un comentario